sábado, 25 de agosto de 2007

Una noche en el desierto

Pues si, hemos hecho otra turistada, pero la verdad es que ha molado.

A las tres de la tarde nos vino a buscar en una cafetera con ruedas un tipo de un precioso color marron brillante. Durante media hora nuestro pseudojeep fue traqueteando a pleno sol por una cinta de asfalto gris, llevandonos por un paisaje parecido al de la provincia de Almeria, solo que menos montanhoso y con matorrales en vez de olivos. Despues de todo, el Rajasthan no es tan verde como nos parecio el otro dia. Ibamos con las ventanillas abiertas para poder respirar. Todos ataviados para la ocasion: pantalones de safari, gafas de sol, gorras y gorros de los mas diversos tipos y mucha crema protectora. A ver si otro dia la conexion me permite subir fotos, porque son muy graciosas.

A unos cuantos quilometros de Jaisalmer, en el medio de la nada, nos esperaban los camellos. Los camellos son unos bichos muy simpaticos, sobre todo cuando los ves tumbados y con el cuello estirado, que parece que estan posando, los morros alargados haciendote muecas y las pestanhas largas; o cuando caminan como si escucharan reggae. Sin embargo, cuando un camello que esta de pie a tu lado (y no le llegas ni al femur) se pone a bramar como loco, la impresion cambia. Y cuando acabas de sentarte encima y la bestia se levanta, primero las patas traseras y despues las delanteras, te da la sensacion de que falta poco para que salgas disparado y, antes de estamparte contra el suelo, le beses el cuello.

Tras los primeros minutos, uno se acostumbra al bamboleo de atras hacia delante y deja que sus pobres vertebras lumbares se adapten al ritmo. El culo lo pasa peor, es como la primera vez que montas en bici despues de mucho tiempo, pero la sensacion se extiende por todas las nalgas. Intentas hacer fuerza con los muslos para sujetarte, pero no hay manera de abarcar a la bestia con las piernas. Y no sabeis lo dificil que es hacer fotos desde alli arriba mientras intentas mantener el equilibrio. La mayoria me salieron con el horizonte en diagonal. (Nota: ¿a que en esta foto parezco Sancho Panza?)

Supongo que el trayecto duraria una hora o asi. No debimos de recorrer mucha distancia, porque los camelleros iban a pie y con chanclas. Algunas afortunadas (las Lauras) llevaron solas las riendas. A mi, mi camellero (que, por cierto, se llamaba Lokura), no me dejo, porque mi camello (que, a pesar de ser macho, se llamaba Sonia) era un poco cabra loca. Habia otro camello que se llamaba Michael Jackson.

El paisaje, como digo, se parecia mas al desierto almeriense que al del Sahara, pero alguna que otra dunilla si que habia. Igual las habian puesto alli pa no decepcionar a los turistas. Subimos a una (no sin esfuerzo por parte de los camellos; el de Laurita, que iba delante de mi, a cada paso soltaba un pedo) y nos mandaron desmontar. Agarrate fuerte al pitorro que sale de la silla, echate patras y aguanta el tipo mientras la bestia se arrodilla. Se ve que tarde bastante en bajar, porque Sonia aprovecho para hacer sus necesidades. Fue visto y no visto. Plaf, y de repente se junto una nube de escarabajos negros zumbones del tamanho del dedo gordo del pie procedentes de todos los puntos cardinales. Se arremolinaron alrededor del pastel, fueron aterrizando y, tras seleccionar los pedazos mas apetitosos, se los llevaron rodando duna abajo. Era impresionante ver a esos bichitos negros haciendo el pino y empujando con las patas traseras bolas tres veces mayores que ellos. Parecian cangrejitos tostados haciendo ejercicio. Al llegar a un punto que les pareciera conveniente, o bien cuando la cagarruta se quedaba atascada en alguna huella de camello, los escarabajos excavaban un hoyo en un abrir y cerrar de ojos, escondian su tesoro y se metian ellos mismos detras, no se si dispuestos a darse un festin o que.

En estas andabamos, admirando la fuerza y habilidad de esos insectos, cuando nos dimos cuenta de que los camelleros se alejaban duna abajo. Vale... o sea... esto... estamos en algun lugar de la India, en medio (bueno, en una esquinita, pero para el caso...) del desierto, encima de una duna, empieza a atardecer, con apenas un litro de agua por cabeza (menos yo, que tambien soy algo camello y llevaba tres) y unas galletas, una linterna y un cuchillo, nos han dejado alli tras obligarnos a darles propina y... y bueno, ?que hace uno en esos casos? Nosotros nos esperabamos llegar alli, conocer a otra gente, hacer algun juego, participar en alguna actividad, ver alguna exhibicion de danzas, por ejemplo, hacer una hoguera, ver la puesta de sol y dormir en una choza... Pues no. Cada grupo en una duna diferente, a bastante distancia. El unico juego que hubo fue uno raro con un tablero dibujado en la arena todavia humeda de la lluvia del dia anterior, unos palitos y unas piedrecillas, que Sara estuvo jugando con el chofer del jeep, que, por cierto, se llamaba Mathar Khan (el chofer, no el jeep) y nosotros le llamabamos Kill Dog. La unica exhibicion, la de una ninhita toda maquillada y vestida para la ocasion que aparecio entre las dunas y, con una sonrisa desesperanzada, nos canto con vocecilla infantil una cancion al tiempo que meneaba mecanicamente las caderas y daba palmas hasta que se aburrio. Eso ocurrio al cabo de un minuto, mas o menos. Le dimos unas rupias y desaparecio como un espejismo.

Dimos un paseo hasta la duna mas cercana, donde nos encontramos con Mireia y Eladio, una pareja valenciana que habiamos conocido en la estacion de tren de Varanasi y que resulto ser muy maja. Luego Laura, Sara y Javi estuvieron haciendo salto de longitud desde las dunas. Yo no se como no se lesionaron. Pero tienen unas fotos guays. Nos perdimos la puesta de sol. Nos la tapo la unica nube que habia, una nube estirada que se habia colocado estrategicamente a la altura del horizonte.

Luego nos trajeron la cena, una gran olla con un potaje de lentejas que nos comimos con poca confianza y sin haberlo visto. No se podia encender la linterna para no atraer bichos. Para nuestra sopresa, teniamos que dormir al raso. Nos tiraron sobre la arena las mismas mantas que llevaban al lomo los camellos y nos dijeron: vuestra cama. Tocate los huesos. En la duna de mas alla vimos como les plantaban unos catres. Vale que mola ver las estrellas, pero aquello nos parecio un poco demasiado.

Nos dijeron que estabamos a treinta quilometros de la frontera con Paquistan, de donde nos separaba un cacho de desierto y una valla electrificada. A lo lejos se veian dos aldeas, una a cada lado. Lokura dijo haber nacido en una de ellas. Mas alla solo se distinguian de vez en cuando los faros de algun vehiculo por una carretera lejana. Aparte de eso, la sensacion de desierto era perfecta. No diria soledad, pues estabamos en grupo, pero si era como si estuvieramos solos en el mundo. Desierto y paz. Arena, dunas, la fantasmagorica luz de la luna creciente y el silencio solo turbado por suaves rafagas de viento, unos tambores lejanos (al parecer celebraban una boda en una de las aldeas) y, mas tarde, por los ronquidos de Sonu, que, tras haberse fumado unos porros, dormia placidamente en camiseta a diez metros de nosotros.

Nosotros, en cambio, a pesar del calor, dormimos bien vestidos para protegernos de los bichos. No creo que el olor a camello de nuestras "camas" actuara precisamente de repelente. Yo me puse la sudadera y la capucha y, lo reconozco, remeti las perneras del pantaca por dentro de los calcetos. A medida que avanzo la noche me alegre mas de haber hecho eso, pues la temperatura descendio muchisimo y las mantas sobre las que dormiamos se empaparon con la humedad de la arena. Todas las incomodidades quedaron recompensadas por la potente luna, las nitidas estrellas y las ocasionales estrellas fugaces. Sin gafas, distingui tres y les pedi sendos deseos.

A eso de las cuatro de la matina me desperte. Ya no habia luna. A cambio, se distinguia perfectamente el cinturon de la Via Lactea. Impresionante. Me habria levantado para ir al servicio de caballeros (segunda duna a la derecha), pero la idea de que se me hubiera metido algun bicho en el tenis me disuadio y preferi esperar hasta la manhana.

Me levante sobre las seis y media, justo a tiempo para ver salir el sol. Mis compis se fueron despertando mas o menos a la vez. La salida del disco anaranjado fue bonita, pero rapidisima. En cuestion de dos minutos, !plop!, ya estaba el sol como una naranja levitante. Duna arriba aparecio uno de los camelleros con el desayuno. Un plato de platanos y otro de tostadas chamuscadas con un cuenco de mermelada roja. Algunos probaron el pan. Yo me comi un platano. Luego volvio con una olla de chai (te con leche y especias) en una mano y tres (?) vasos de metal en la otra. Con los dedos bien metiditos dentro: el pulgar en uno, el indice en otro y el medio en el otro. Debio de flipar cuando vio el desayuno intacto y nadie quiso tomar chai.

Poco antes de irnos le cantamos el cumpleanhos feliz a Javi y le dimos su primer regalo, una bolsa de te. Luego yo entre en contacto con la fauna local. Al mover mis tenis aparecio un escorpion verde fosforito. No era muy grande, pero era un escorpion. Era un escorpion, pero no era muy grande, asi que me lo tome con calma y se lo comente a los camelleros, que ya merodeaban por alli: mira, un escorpioncillo. Se acojonaron. Dieron un salto atras, lo miraban, lo senhalaban, lo comentaban. Me preguntaron asustados si me habia picado (la respuesta es no). Sin preocuparse mucho por el karma, lo aplastaron a pisotones (eso si, con cuidado, no se les fuera a caer la chancla y lo pisaran con el pie desnudo). Y uno me dijo que era la primera vez que veia un escorpion por alli. Pues vaya. Lo mataron sin preguntarle que hacia por alli. Quiero creer que, efectivamente, no ponen a la gente a dormir en el suelo en un lugar infestado de semejantes alimanhas peligrosas.

Montamos en los mismos camellos del dia anterior y sentimos nuestros traseros doloridos. Isa estaba mareada, asi que fue en jeep con Sonu y Mathar Khan. Esta vez el paseo duro menos, lo justo para llegar a la carretera sin dar ningun rodeo. Pasamos cerca de un asentamiento nomada, con sus viviendas hechas de jirones de tela sobre armazones de madera o bambu. Nos subimos todos al jeep y emprendimos el camino de vuelta.

Pero no podia acabar aqui la aventura. A la orilla de la carretera vimos un autobus parado, uno de esos que tanto nos gustan, con el techo ensetado de gente. Unos viajeros se apeaban, otros subian, otros trepaban por la escalerilla trasera hasta el techo. Paramos para hacer fotos. Al poco de reanudar la marcha, a Laura se le ocurrio una idea descabellada. Le pregunto a Mathar Khan si podiamos ir en bus un par de quilometros. Este se lo tomo en serio, adelanto al bus, lo hizo parar y alla fuimos Laura, Sara, Javi y yo. Por la escalera y al techo, sentados entre un monton de indios que nos miraban sin entender por que nos habiamos bajado del jeep para subirnos alla arriba. El revisor estaba de pie cuando el bus arranco, perdio el equilibrio, se inclino sobre la carretera, se quedo sobre una pierna, aleteo con las manos, recupero el equilibrio y siguio caminando por el techo como si nada. Nos cobro. Diez rupias cada uno. Miramos bien que todos estuvieran pagando lo mismo. Al final fuimos hasta Jaisalmer, una buena tirada. Quiza treinta o cuarenta minutos, no se, con las piernas colgando hacia fuera del vehiculo. Fue una experiencia estupenda, nos encanto ir alla arriba aunque el techo estuviera demasiado duro para nuestros doloridos gluteos y la barandilla se nos clavara en los muslos, aunque nos diera el sol en la cabeza y estuvieramos apretados entre indios sudorosos (menos que nosotros, todo hay que decirlo).

Cerca ya de la ciudad, de repente vi como todos los indios de la banda de babor se inclinaban hacia atras como remeros de una galera. Instintivamente hice lo mismo y una rama me paso rozando el flequillo que no tengo. Al poco rato me agache para esquivar un cable electrico. No habria hecho falta, no estaba tan bajo, pero por si acaso. Despues de la noticia que lei el otro dia sobre la gente que se electrocuto al chocar un bus contra un cable, me quede impactado.

Pero al entrar en Jaisalmer nos mandaron bajar del techo. En la ciudad no se puede ir arriba. Me imagino que sera por ese motivo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja... muy gráfica, la descripción de los ejercicios atléticos de los escarabajos. Me reí mucho con tu tonillo sarcástico. Besos.

Alfonso dijo...

Holas! Cuanto tiempo sin verte por aqui ;) Si, ahora se por que los llaman escarabajos peloteros. La verdad es que tienen una fuerza envidiable, desproporcionada a su tamanho. Si no fueran escarabajos, diria que inhumana. Y que olfato! Apenas unos segundos despues de puesta la mesa, acuden raudos y veloces desde sabedios que distancia...

A ver si cuando vuelva a Varsovia tengo mas tiempo para escribirte como Zeus manda. Nos quedo pendiente una conversacion en el messenger :)

Gracias por tus comentarios.

Beijo e ate!